Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS



Comentario

CAPÍTULO IV


En que se responde a lo que se alega de la Escritura contra la redondez del cielo



Mas volviendo a la figura del cielo, no sé de qué autoridades de la Escritura se haya podido colegir que no sea redondo, y su movimiento circular. Porque llamar San Pablo al cielo un tabernáculo o tienda que puso Dios y no el hombre, no veo que haga al caso, pues aunque nos digan que es tabernáculo puesto por Dios, no por eso hemos de entender que a manera de toldo cubre por una parte solamente la tierra, y que se está allí sin mudarse, como parece lo quisieron entender algunos. Trataba el Apóstol la semejanza del tabernáculo antiguo de la ley, y a ese propósito dijo que el tabernáculo de la ley nueva de gracia, es el Cielo, en el cual entró el sumo sacerdote Jesucristo de una vez por su sangre, y de aquí infiere que hay tanta ventaja del nuevo tabernáculo al viejo, cuanto hay de diferencia entre el autor del nuevo que es Dios, y el obrador del viejo, que fue hombre. Aunque es verdad que también el viejo tabernáculo se hizo por la sabiduría de Dios que enseñó a su maestro Beseleel. Ni hay para qué buscar en las semejanzas o parábolas, o alegorías que en todo y por todo cuadren a lo que se traen, como el bienaventurado Crisóstomo a otro propósito lo advierte escogidamente. La otra autoridad que refiere San Agustín, que alegan algunos para probar que el cielo no es redondo, diciendo: "Extiende el cielo como piel", de donde infieren que es redondo, sino llano en lo de arriba. Con facilidad y bien responde el mismo santo doctor, que en estas palabras del Salmo no se nos da a entender la figura del cielo sino la facilidad con que Dios obró un cielo tan grande, pues no le fue a Dios más difícil sacar una cubierta tan inmensa del cielo, que lo fuera a nosotros desplegar una piel doblada. O pretendió quizás, darnos a entender la gran majestad de Dios, al cual sirve el cielo, tan hermoso y tan grande, de lo que a nosotros nos sirve en el campo un toldo o tienda de pieles. Lo que un poeta galanamente declaró diciendo: "El toldo del claro cielo." Lo otro que dice Esaías: "El cielo me sirve de silla y la tierra de escabelo para mis pies." Si fuéramos del error de los antropomorfitas, que ponían miembros corporales en Dios según su divinidad, pudiera darnos en qué entender para declarar cómo era posible ser la tierra escabelo de los pies de Dios, estando en medio del mundo, si hinche Dios todo el mundo, por qué había de tener pies de una parte y de otra y muchas cabezas alderredor, que es cosa de risa y donaire. Basta pues, saber que en las Divinas Escrituras, no hemos de seguir la letra que mata, sino el espíritu que da vida, como dice San Pablo.